sábado, noviembre 27, 2004

Entes; Una mutación por el centro: Cra. Séptima

"Amanece en la cuidad de asfalto, se ven los primeros vestigios de sol a través de los edificios de la veintidós con tercera, las “Torres de Fenicia”. El caminante del centro se es obligado a transitar por el borde de la calle, a raíz de la superpoblación, vendedores ambulantes, mendigos, ladrones, desplazados y más obstáculos, que le impiden caminar dentro de la acera. Pasa la mañana desapercibida, pero pronto llega la hora del almuerzo, con su payaso correspondiente. Parlante. Nariz roja. Sonrisa dibujada.
-A dos mil quinientos el almuerzo, mire, venga y siga, venga y entre!
Oscila. Vacila. Grita. Se burla. Algunos entran, otros se dispersan y le ignoran. La carne es enorme. El arroz simple. La carne no es res sino faisán. La ensalada es un menjurje. La carne no se sabe que es, pero al menos sirve para llenar “la panza.”
-Mona déme otro jugo por favor... y tome diuna vez le pago. ¿Son dos mil quinientos entonces? Déjemelo en mil, vea que no tengo pa´ los buses.- Ruido. Nariz roja. Parlante. Todo culmina, las horas han pasado, y la hora del almuerzo se ha terminado. Los clientes fueron bastantes, las ventas fueron bajas, los descuentos muchos. Sonrisa desdibujada. Las horas pasan, en el reloj de la Jiménez con séptima, ya son las seis de la tarde.
La ciudad a esa hora, empieza a retomar su ambiente original. Tristeza, palpitación, lágrimas. El olor inconfundible a sexo y soledad. Las puticas infinitamente solas se posan en las esquinas del centro, bajo la enferma luz de los postes de la empresa de energía. Algunos, son caminantes llevados por el putas, con las miradas distantes ojos rojos. Los policías y su búsqueda incansable de culpables, mariguaneros y alcohólicos. Drogas. Sexo. Lluvia. La lluvia y desconcierto. Todo se enreda en un sin fin de caminantes, que mezclan sus pensamientos con el agua y las miradas frívolas que se disuelven. Otros caminantes, sin notar diferencia en el clima, andan afanosos por la acera, esquivan todo lo que por el frente les pase, están deseosos de llegar a casa, pero la hora pico se los impide. La lluvia cae y sus gotas perforan el cerebro, mojan a quemarropa. Las sombrillas se estrellan entre si, como un juego de autos chocónes en el aire.
Algunos caminantes del centro, no los invade la desesperación de llegar a casa. Solo quieren caminar, vivir y aspirar los olores de la Big City. Sentir el sístole y el diástole de la lluvia, la ciudad y sus insignificantes habitantes. Ellos, sin preocupación, se dejan llevar por la masa y luego como en un juego de azar, penetran en un cálido lugar, un cafetín, dónde no se espera más, que una amable sonrisa y la protección de las pesadas gotas que caen. El caminante del centro, se sienta, pide un chocolate, con queso, con pan, con mantequilla. Medita. Piensa. Llora. El chocolate y la sagrada tradición `cachaca´. Pan y queso. Llora y piensa. Se aleja de la enorme urbe, que por un momento intentó invadirlo y ahogarlo. Mantequilla, chocolate, pan y queso.
Todo termina y hay que pagar, No hay reloj a la vista, No se sabe que horas son.Mantequilla, chocolate, pan y queso.
La ciudad, esta oscura y el ambiente empieza a tornarse pesado. La ciudad, ya está invadida por otros entes; por otros caminantes.La ciudad, esta poseída por los personajes de la noche.Mantequilla, chocolate, pan y queso.
Luego del chocolate caliente, procede a seguir su vida como caminante del centro; Sale de nuevo a la calle. Una putita se le acerca y le ofrece sexo, él no quiere, un gamín se le acerca y le pide dinero, él no le da. El caminante del centro se ha convertido en un ente... Camina y piensa, piensa y camina, no sabe a donde ir.
Caen lágrimas,Cae lluvia, Bogota no es Bogotá sin la tilde, Bogotá no es Bogotá sin el frío,Caen las hojas de los pocos árboles que quedan, queriendo ser una absurda imitación de Otoño Europeo.
Caen lluvias,Cae Lágrima,Bogota no es Bogotá sin la tilde en la Á,Caen los árboles y las pocas hojas que quedan,Cae la noche…

El caminante del centro hace su metamorfosis cuando culmina su agotado día. Abre la puerta y llega a su cálido hogar."

1 comentario:

Niña Ausente dijo...

Mi adoradiiiiiiiiiiisimo Thom: No quiero suicidarme, pero me gusta aprovecharme de la melancolía de la ciudad. Que a veces mientras aparentemente se está feliz, por dentro se está casi muriendo. Pedazo a pedazo. Hay sectores que huelen a sexo. No todos los escritos los describo con ese olor. Si podrá notarlo. No generalice. Lo ma´s horrible es generalizar, o... que me dice de esta afirmación generalizada, ¿Qué le produce dentro de si? "Todos los Colombianos son unos estafadores" No todos. No todos "son" "somos"

Hablando concretamente en su comentario del "olor a sexo":
Hága la siguiente dinámica. Tenga sexo con una chica. (su novia, una prostituta, su mejor amiga... con quien quiera. O con un chico. No se. Como sea.) Fíjese en los olores que expide el cuerpo. Esos sudores que transpira ud y la otra persona. Luego... Un día cualquiera. Camine por la 13 con 19 y cuénteme que olores percibe. De hecho a veces no es necesario caminar sino simplemente encontrarse con una persona que "huele a sexo" = "huele a sudor generado en un acto sexual"

¿Más plastilina?

Abrazos...............

::Niñä Äüsëntë::